La montura vaquera como la conocemos hoy día es muy diferente de cómo nació, puesto que las de antaño la estructura se hacía de paja de centeno, las actuales mayoritariamente son de fibra de vidrio y de fibra de carbono, en el tamaño, y forma también han cambiado, puesto que antes las monturas había que ahormarlas y hoy vienen con asiento profundo para que sean cómodas desde el primer día, pero no era mi intención adentrarme en esto, sino en los pequeños detalles, por ejemplo, ¿sabéis el porqué de los dos nudos alargados que van decorando en la parte delantera? Pues eran unas agujetas de repuesto, que en un momento dado servían también para atar cualquier cosa que nos hiciese falta, al igual que las correas que van en la parte trasera, que hoy se sustituyen por las porras o agarraderas, pues eran unas falsas riendas, ya que cuando se salía al campo con un potro o un caballo no era por paseo, era por trabajo y se pasaba bastante tiempo fuera y si se entablaba un poco o se ponía un poco desagradable antes de pelearnos pues teníamos esas falsas riendas para emergencias.
Las mantas estriberas y los marselleses no eran por adorno, servían para resguardarse del frío en las noches que tenían que dormir en el campo. Otra cosa que también venía bien llevar era un capote, por si el tiempo amenazaba agua, ya que las faenas de campo había que hacerlas, aunque lloviese, y de ahí el portacapote.